sexta-feira, 11 de fevereiro de 2011

Nuestra vida Franciscana-Capuchina

Nuestra historia tiene comienzo con San Francisco, cuando un grupo de hombres y mujeres entran para su movimiento. Más que un grupo es un Movimiento, el “Movimiento de Asís”, con personajes importantes como Santa Clara, Santa Inés, Fr. León, San Antonio, San Buenaventura y muchos más.

Con la muerte de San Francisco hubo algunas divisiones internas de grupo que queriendo vivir más de cerca el carisma formaron partidos, dos se destacan: la Comunidad y los Celantes. Con el pasar del tiempo muchos otros grupos se formaran hasta que en 1517, el Papa León X, hace una reforma en la orden formando dos comunidades a de los Observantes y los Conventuales.

Era un periodo de reformas en la sociedad y en la Iglesia, Martin Lutero publica sus teses, muchos movimientos surgen como el grupo de los humanistas. La sociedad estaba en cambio de época como nosotros estamos viviendo en estos tiempos.

Mismo con la reforma del Papa, algunos de los hermanos franciscanos querían una vida más radical e buscaban vivir la pobreza, la oración y el apostolado de forma a aproximar a San Francisco.

Un joven fraile sacerdote llamado Mateo de Bascio (lugar de nacimiento), en 1525, inspirado por un sueño con San Francisco que debería predicar y vivir una vida más austera y usar un habito con una capucha en forma de triangulo puntiaguda. Él deja el convento y sale a predicar y cuidar de los enfermos de la peste que asolaba a Europa, especialmente a lo centro-este de Italia, región de las Marcas, específicamente en la cuidad de Camerino.

En Camerino el Duque regente de la cuidad había muerto de la peste y su esposa Catalina Cibo, era quien cuidaba de gobernar la región, al ver al fraile que auxiliaba a los moribundos y curaba a los enfermos, se encantó con su trabajo y lo ayuda con medicamentos y servos. Pero este fraile estaba fuera del convento y era tenido como un fugitivo y estaba siendo busco por su Ministro Provincial, fray Juan de Fano.

Apenado de fray Mateo la Duquesa, que era sobrina del Papa Clemente VII pidió un breve pontificio para que el fraile pudiera estar en su servicio y vivir fuera de la Obediencia.

Algún tiempo después otros dos frailes, hermanos de sangre, Fray Ludovico y Fray Rafael de Fossombrone (lugar de nacimiento) el primero presbítero y el segundo hermano laico, se unen a Fray Mateo, pero el escrito del papa era solamente para fray Mateo y los hermanos se refugian en la Camaldula, y llevan una vida de monjes por algún tiempo hasta que otros hermanos se unen al grupo y obtiene del Papa, con ayuda de la Duquesa la Bula “Religionis Zelus” en el día 3 de julio de 1528.

Así nace la Congregación de los Frailes de la dicha vida eremita, que después por la capucha el pueblo los llamaban scapuccini, capuchinos. En los inicios se dedicaban a la oración contemplativa y la vida apostólica de predicación, sigue una vida de muchos acontecimientos y actividades durante estos cuatro siglos, que serán tratados en otras publicaciones.

Nuestra vida hoy es revivir la vida franciscana capuchina en el Norte de México como nos dice la Regla de San Francisco y las Constituciones[1] numero 1:

Nuestra vida según el Evangelio: El santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es siempre principio de la vida entera de la Iglesia y mensaje de salvación para todo el mundo.

En efecto, por él la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, llega al conocimiento de Cristo y recibe con fe sus hechos y palabras, que son para los creyentes espíritu y vida.

San Francisco, fundador de nuestra Fraternidad, ya desde el comienzo de su conversión, tomó el Evangelio como fundamento de su vida y de su actividad.

Por eso ordenó expresamente, tanto al principio como al final de la Regla, que fuera observado, y declaró en el Testamento que le había sido revelado que él debía vivir según la forma del santo Evangelio.

Procuremos, por consiguiente, ya que somos hijos suyos, progresar continuamente en el conocimiento del Evangelio.

En todas las circunstancias de la vida sigamos el Evangelio como suprema ley, leamos con asiduidad sus palabras de salvación y, a ejemplo de la bienaventurada Virgen María, llevémoslo en el corazón, de modo que, teniendo nuestra vida cada vez más conformada al Evangelio, crezcamos en todo en Cristo.

Como nos señala Fr. Rufino María Grández[2], en su reflexión sobre las Constituciones son siete los pilares de nuestra vida y espiritualidad: Evangelio (la Palabra), Jesucristo (la Persona), San Francisco (Carisma), la Espiritualidad Capuchina (la Tradición), La regla (Forma de vida), El Testamento (Legado de San Francisco) y las Constituciones.

Vividos en la Sociedad y en la Iglesia, a servicio del Pueblo de Dios y todos los seres humanos de buena voluntad, especialmente por los más necesitados, en fraternidad, vida de oración y apostolado, temas de desarrollaremos posteriormente.

Pienso que por hora sea todo esperamos nos encontrar en los próximos números de nuestro boletín, queriendo contactar escriba.

Fr. Pedro Cesar Silvério, ofmcap



[1] Conferencia Ibérica de Capuchinos, Constituciones de los Hermanos Menores Capuchinos, Regla y Testamento de San Francisco, El Adalid Seráfico, S.A., Sevilla, 1993, págs. 33-34.

[2] Grández, Rufino María, Mística Franciscana desde nuestras Constituciones Capuchinas. Introducción al sentido de las Constituciones explicadas a los Novicios. Casa Noviciado Tres Ojitos Cd. Madera, Chih, 2007. págs. 134-136.



Escribi este texto para nuestro boletin Padre Pio conf. www.capuchinosnormex.com